Si no te conociera a ti y al vino diría que ya la has liado.
Me tiemblan las manos, apenas puedo escribir, me encuentro acongojado por
dentro. No se si el nudo que tengo en la garganta son ganas de llorar o romper
algo, probablemente ambas.
Esperaba tu llegada o tu llamada. Pasaron las horas y no te vi
llegar y mucho menos te oí llamar. Las penas con vino son menos penas y así fue
como vi que me empezaste a olvidar.
No te juzgo, yo no lo podría haber hecho mejor. Tienes toda
una vida por delante para fingir que nada ocurrió. Al contrario, me alegra,
debe ser en lo único que me has sorprendido en este tiempo.
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